La ciudad
naciente enterraba sus muertos en un montículo cercado por enormes cactos que
el vulgo conocía como “Cardón España”.
En el sepultaron los restos de
los próceres patriotas Manuel Piar en 1817 y los de Manuel Palacio
Fajado en 1819. A partir de 1824 lo fueron
transformado en el cementerio
actual circundado por la calle de su
nombre, el Callejón Guayana y la hoy
Plaza Centurión erigida en los antiguos predios del Convento san Francisco.
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